miércoles, 2 de mayo de 2012

Ojos (Toma II)


El universo no basta para abarcar tu mirada. Tus ojos son dos océanos negros, negrísimos, donde naufragan mis miedos. Tus ojos ― pupilas vestidas de noche, blanca verdad de gelatina, azufre y sombra― me darán muerte. Y es que nací con tu mirada que es toda la luz del mundo. Y es que cuando parpadean muero por un instante. No tengo que hacer un poema de tu mirada: ella sola es poesía. Ojos negros de tierra, breva, mineral.

Mírame, pequeña, mírame. Devela las tormentas de mi mirada, el fuego del abismo bajo mis parpados. Si los ojos son la ventana del alma (como afirman los malos poetas), déjate caer en el ruido de la mía. Sólo mirémonos en el núcleo mismo de lo que somos. Arranca mi piel con tus ojos, mírame hasta que sangre. Mírame hasta que parpadeemos, hasta que nos agarre el sueño. Y en el baile de mis parpados cerrados encontraré de nuevo tu mirada, el océano negro, negrísimo, donde naufragan mis miedos.